SOBRE LOS SUEÑOS
La Gnosis enseña que existen muchas clases diferentes de sueños que la Moderna Sicología decadente del hemisferio occidental ignora radicalmente.
Incuestionablemente, los sueños son de diversa calidad específica debido al hecho concreto de que se hallan íntimamente relacionados con cada uno de los centros psíquicos del organismo humano.
En rigor de verdad y sin exageración alguna podemos afirmar que la mayoría de los sueños se encuentran vinculados con el centro instintivo-motor; esto es, son el eco de cosas vistas en el día, de simples sensaciones y movimientos, mera repetición astral de lo que diariamente vivimos.
DISCIPLINA DEL YOGA DEL SUEÑO
Aquellos aspirantes que sinceramente anhelen la experiencia mística directa, incuestionablemente deben incuestionablemente deben comenzar con la disciplina del Yoga del sueño.
Es ostensible que el gnóstico debe ser exigente consigo mismo y aprender a crear condiciones favorables para el recuerdo y comprensión de todas esas experiencias íntimas que siempre ocurren durante el sueño.
Antes de acostarnos para el descanso de los afanes y fatigas del diario vivir, conviene poner la debida atención al estado en que nos encontramos.
EL SUEÑO TÁNTRICO
Indubitablemente, resulta urgente repasar mensualmente nuestro cuaderno o libreta de notas con el propósito de verificar por nosotros mismos el progresivo adelanto de la memoria onírica.
Cualquier posibilidad de olvido debe ser eliminada. No debemos continuar con las prácticas subsiguientes en tanto no hayamos logrado la memoria perfecta.
Resultan particularmente interesantes aquellos dramas que parecen salir de otros siglos o que se desarrollan en medios o ambientes que nada tienen que ver con la existencia de vigilia del soñador.
PRÁCTICA DEL RETORNO
Cuando el aspirante ha realizado con pleno éxito todos los ejercicios gnósticos relacionados con el esoterismo de sueño, es ostensible que entonces se encuentra íntimamente preparado para la práctica del retorno.
En el capítulo anterior algo dijimos sobre el elemento iniciador que surge como por encanto de entre las cambiantes y amorfas expresiones de sus sueños.
Ciertas personas muy psíquicas, refinadas e impresionables, han poseído siempre en sí mismas al elemento iniciador.
LAS CUATRO BIENAVENTURANZAS
En el capítulo anterior mucho dijimos sobre el elemento iniciador del sueño, y es obvio que sólo nos resta ahora aprender a usarlo.
Cuando el gnóstico ha llevado un record sobre sus sueños, incuestionablemente descubre al sueño que siempre se repite; éste, entre otros, es ciertamente un motivo más que suficiente para anotar en el cuaderno o libreta a todos los sueños.
Indubitablemente, la experiencia onírica siempre repetida es el elemento iniciador que, inteligentemente utilizado, nos conduce al despertar de la conciencia.
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