• Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

La Doctrina Secreta de Anahuac: Capitulo 11.- México Tenochtitlán

MÉXICO-TENOCHTITLÁN

Tenochtitlán ciertamente tiene una explicación muy clara y sencilla, desprovista de inútiles artificios: "Lugar del Tenochtli, nopal de tuna dura."

El cactus tradicional, en la dura roca nacido, es un glifo muy antiguo de los misterios arcaicos, el signo mágico y místico de la ciudad.

México, etimológicamente viene de la raíz "Metztli" (luna) y "Xictli" (ombligo o centro).

México, palabra clásica precolombina, se puede y hasta se debe traducir así: "La ciudad que está en medio del lago de la luna."

No está de más en este Tratado recordar el hecho de que el vecino pueblo de los otomíes siempre designaba a esta señorial ciudad por el doble nombre de "Anbondo Amadetzana".

El término "bondo", en riguroso otomí, quiere decir "nopal"; "amadetzana" significa "En medio de la luna".

El águila triunfante posada sobre el nopal, devorando una serpiente, el escudo de armas de los Estados Unidos Mexicanos, no es más que la traducción fiel del glifo arcaico que otrora designara a la gran Tenochtitlán.

Aun en la cima de la gloria, los antiguos mexicanos nunca olvidaron que su metrópolis, imponente y maravillosa, había sido establecida en los pantanos por una tribu humilde y subestimada. Cierta leyenda muy antigua, que se pierde en la noche de los siglos, refiere cómo los ancianos descubrieron con gran asombro "intollihtic inacaihti" “dentro del tutelar, dentro del carrizal”, a ciertos vegetales y criaturas animales que el Dios Huitzilopochtli les había anunciado: el sauce blanco, la rana color de esmeralda y el pez blanco, etc.

"En cuanto vieron esto lloraron al punto los ancianos, y dijeron: '-De manera que es aquí donde será (nuestra ciudad), puesto que vimos lo que nos dijo y ordenó Huitzilopochtli.”

“Pero a la noche siguiente el Dios llamó al Sacerdote Cuauhcoatl (Serpiente-Águila) y le dijo: “-¡Oh Cuauhcoatl!, habéis visto ya y os habéis maravillado con todo lo que hay en el carrizal!

¡Oíd, empero!, Que hay algo más que no habéis visto todavía. Idos incontinente a ver el Tenochtli, en el que veréis se posa alegremente el águila... Allí estaremos, dominaremos, espera remos, nos encontraremos con las diversas gentes, pecho y cabeza nuestros. Con nuestra flecha y escudo nos veremos con quienes nos rodean, a todos los que conquistaremos... Pues ahí estará nuestro poblado, México-Tenochtitlán, el lugar en que grita el águila, se despliega y come, el lugar en que nada el pez, el lugar en que se desgarra la serpiente, y acaecerán muchas cosas."

Cuauhcoatl, el ministro del Altísimo, embriagado de éxtasis, de inmediato reunió a los mexicanos en el ágora para comunicarles la Palabra del Señor.

Y los jóvenes y las mujeres todas, y los ancianos y los niños, desbordantes de júbilo le siguieron a los pantanos, entre las plantas acuáticas y los carrizos y, de pronto, algo insólito sucede, el asombro es general, descubren la señal prometida, el águila rebelde posada sobre el nopal en pleno festín macabro, tragándose una serpiente. Fue en tales instantes de admiración y dicha cuando el Lucifer Náhuatl clamó con gran voz, diciendo: "-¡Oh! Mexicanos, allí estaré"

"Inmediatamente lloraron por esto los mexicanos y dijeron: '-¡Merecimos alcanzar nuestro deseo!"

"-Hemos visto y nos hemos maravillado de donde estará nuestra población. Vámonos y reposemos."

Estudiados muy juiciosamente todos estos párrafos de enjundioso contenido, pasaremos de inmediato a un análisis de fondo.

Incuestionablemente, la Serpiente es el símbolo esotérico de la sabiduría y del conocimiento oculto.

La Serpiente ha sido relacionada con el Dios de la Sabiduría desde los antiguos tiempos.

La Serpiente es el símbolo sagrado de Thot o Taut... y de todos los Dioses santos como Hermes, Serapis, Jesús, Quetzalcoatl, Budha, Tláloc, Dante, Zoroastro, Bochica, etc., etc., etc.

Cualquier adepto de la Fraternidad Universal Blanca puede ser figurado debidamente por la gran "Serpiente" que ocupa un lugar tan notorio entre los símbolos de los Dioses, en las piedras negras que registran los beneficios babilónicos.

Esculapio, Plutón, Esmun y Kneep, son todas las deidades con los atributos de la Serpiente, dice Dupuis. Todos son sanadores, dadores de la salud espiritual y física y de la iluminación.

Los brahmanes obtuvieron su cosmogonía, ciencia y artes de culturización, por los famosos "NAGA MAYAS", llamados después "DANAVAS".

Los NAGAS y los BRAHMANES usaron el símbolo sagrado de la Serpiente emplumada, emblema indiscutiblemente mexicano y maya.

Los Upanishads contienen un Tratado sobre la Ciencia de las Serpientes, o lo que es lo mismo, la Ciencia del Conocimiento oculto.

Los NAGAS (serpientes) del Budhismo esotérico, son hombres auténticos, perfectos, autorrealizados, en virtud de su conocimiento oculto, y protectores de la ley del BUDHA por cuanto interpretan correctamente sus doctrinas metafísicas.

La corona formada por un áspid, el Thermuthis, pertenece a Isis, nuestra Divina Madre Kundalini particular, individual, pues cada uno de nos tiene la suya.

Kundalini, la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes, enroscada dentro del centro magnético del coxis (base de la espina dorsal), es luminosa como el relámpago.

El gran Kabir Jesús de Nazaret jamás habría aconsejado a sus discípulos que fuesen tan sabios como la serpiente si ésta última hubiera sido un símbolo del mal...

No está de más recordar que los ofitas, los sabios gnósticos egipcios de la "Fraternidad de la Serpiente, nunca hubieran adorado a una culebra viva en su Liturgia, como emblema de Sophia (Sabiduría), si ese reptil hubiese estado relacionado con las potencias del mal.

La Serpiente, como deidad femenina en nosotros, es la Esposa del Espíritu Santo, nuestra Virgen Madre llorando al pie de la Cruz sexual con el corazón atravesado por siete puñales Stella Maris, la Estrella del Mar, Marah, María, o mejor dijéramos Ram-Io, la Serpiente de fuego ascendiendo victoriosa por la médula espinal del adepto, es nuestro propio Ser pero derivado, que el águila, el Tercer Logos, debe devorar.

Los viejos sabios de la tierra sagrada del Mayab, desde la noche profunda de los siglos, enfatizaron siempre la idea trascendental de los banquetes de la culebra; necesitamos ser tragados por la Serpiente.

Resulta oportuno citar aquí a Tonantzín, nuestra Divina Madre Kundalini particular, individual, la "Mujer-Serpiente", "Dios-Madre".

La clásica Medea de Anahuac, el anverso de la medalla, es Coatlicue, la Serpiente que aniquila al Ego antes del festín.

La saturnina Serpiente no come nada inmundo; ella, la divina Esposa de Cronos, sólo devorarse puede principios anímicos y espirituales, cuerpos gloriosos, fuerzas, facultades, etc.

En nombre de la verdad debemos formular el siguiente enunciado: "Sin excepción específica particular, ningún iniciado, ni aún siquiera aquellos, que según la tradición esotérica occidental alcanzaron el grado de "adeptus exemptus", podría gozar de los poderes de la Serpiente sin haber sido previamente devorado por la misma."

No basta lograr el ascenso de la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes a lo largo del canal medular espinal, de chakra en chakra; resulta urgente, inaplazable, impostergable, ser devorados por la culebra... Sólo así nos convertiremos en algo distinto, diferente.

En el libro magistral de De Bourbourg, VOTAN, el semidiós mexicano, al narrar su expedición, describe un pasaje subterráneo que seguía su curso bajo tierra y terminaba en la raíz de los cielos, añadiendo que este pasaje era un agujero de sierpe, de culebra, y que él fue admitido en él porque él mismo era un "Hijo de las Sierpes", o sea, una Serpiente. (Alguien que había sido devorado por la Serpiente.)

"Los sacerdotes asirios llevaban siempre el nombre de su Dios. También los druidas de las regiones celto-británicas se llamaban serpientes. “Soy una serpiente, soy un druida,” exclamaban."

"El Karnak egipcio es hermano gemelo del Carnac británico, significando éste último el Monte de la Serpiente."

De Bourbourg indica que los jefes con el nombre de Votan, el Quetzalcoatl o deidad Serpiente de los mexicanos, son los descendientes de Cam y Canaán. "Yo soy Hivim", dicen ellos.

"Siendo un Hivim, soy de la gran Raza del Dragón (Serpiente). Yo mismo soy una Serpiente, pues soy un Hivim."

Al candidato al adeptado le esperan siempre espantosas luchas, terribles batallas contra sus propias pasiones animales personificadas en los múltiples agregados psíquicos, o elementos inhumanos, que debe reducir a polvareda cósmica mediante el auxilio especial de la Mujer-Serpiente.

Las grutas de los Rishis, las mansiones de Tiresias y de los videntes griegos, fueron modeladas con arreglo a las de los NAGAS, los Retes Serpientes que moraban en cavidades de las rocas, bajo tierra. El adepto victorioso se convierte en un Hijo de la Serpiente, y en una Serpiente que debe ser tragada por el Águila del Espíritu (el Tercer Logos).

Cronos-Saturno es Shiva, el Primogénito de la Creación, el Ser de nuestro Ser, el Archi-hierofante y el Archi-mago, el Águila de Anahuac.

La Mitología griega considera a Cronos como uno de los Dioses más antiguos; un verdadero creador de Dioses.

Saturno-Cronos, el Águila rebelde, se traga a la Culebra para transformarnos en Dioses.

En este mito encontramos nuevamente la idea trascendental de que quien da la Vida es también el dador de la Muerte.

Incuestionablemente, Saturno, con su hoz, se convierte fácilmente en la Muerte con su guadaña. Si el germen no muere, la planta no nace; si la serpiente no fuese tragada por el Águila saturnina, nunca seríamos Dioses.

Hablando sobre Saturno, dice Ovidio: "Cronos fue un antiquísimo Rey divino del Lacio que ocupó en el campo de Roma el monte que por él se llamó Janículo." Otros aseguran que reinó en Etruria y nosotros en Umbría. El primer templo que se alzó en Italia le fue consagrado.

Macrobio dice de él que fue el propio Dios Saturno, quien desterrado del cielo por su hijo Júpiter, bajó a vivir entre los hombres y, expulsado de Creta, recibió hospitalidad en Italia, donde enseñó la agricultura, artes y ciencias. Dícese de Cronos-Saturno que fundó también la Ciudad Saturniana en el monte Tarpeyo, o sea, en el Capitolio.

Muchos le consideran (Cicerón 2, De Natura Deorum) como el "Chaos Theos", el Seno de donde salen todas las cosas y a donde han de volver, porque esto es lo que quiere decir su nombre, como Dios del Tiempo y del Año, razón por la cual ha sido asimilado al nombre de EO (IO).

La JANA, YANA, GNANA o GNOSIS, es la ciencia de Saturno, o sea, la ciencia del conocimiento Iniciático, la ciencia de Enoichion o Vidente.

Empero, se hace necesario aclarar que en ninguno de estos párrafos anteriores hemos hecho alusión a determinado regente planetario, nazareo o Kabir en particular. Sólo hemos querido referirnos específicamente al Saturno Intimo, el divino Augoides, el Logos individual, el Águila de cada uno de nos.

Incuestionablemente, la culebra devorada por el águila se convierte, de hecho y por derecho propio, en Serpiente emplumada.

Jesús, el gran Kabir, fue una Serpiente emplumada, lo mismo que Moisés, Dante, el Santo Lama, el Budha, Quetzalcoatl y muchos otros Hierofantes.

Los Yoguis indostaníes hablan con infinita reverencia sobre el matrimonio divino Shiva-Shakti, el doble principio creador "masculino-femenino".

Ometecuhtli, el Señor (el Águila) y Omecihuatl, la Señora (la Serpiente), se encuentran plenamente manifestados en la Serpiente emplumada. Cuauhcoatl (Serpiente-Águila), alto Sacerdote de nuestro bendito Dios Huitzilopochtli, ostensiblemente era un iluminado.

No está de más recordar que la Serpiente emplumada es el resultado de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios, plenamente simbolizados por las espinas del nopal.

Serpiente, Águila, nopal, piedra filosofal, agua del gran lago, extraordinarios basamentos esotéricos de la gran Tenochtitlán.

El códice Azcatitlan alegoriza inteligentemente a los principios de la vida mexicana en Tenochtitlán en un cuadro que muestra a unos pescadores en canoa, ocupados en la dura brega, tratando de pescar entre juncos y aves acuáticas.

Vanos utopistas, que en modo alguno valdría la pena citar, suponen en forma absurda que todo esto pasaba en el año 1325 de nuestra era.

Parafraseando en forma socrática, diremos: Los ignorantes ilustrados no solamente ignoran sino, además, ignoran que ignoran.

Bien saben los Dioses de Anahuac que la fundación de la gran Tenochtitlán se esconde entre la noche profunda de los innumerables siglos que nos precedieron en el curso de la Historia.

Los humildes fundadores de la poderosa civilización solar, México-Tenochtitlán, dedicaban la mayor parte de su precioso tiempo a la pesca y a la caza de aves acuáticas.

Es claro que aquellas gentes sencillas no tenían mejor aspecto que los demás "salvajes lacustres" ante la altiva mirada de los vecinos habitantes urbanos de Colhuacan, Azcapotzalco y Texcoco.

Sus armas eran la clásica red de todos los tiempos, tan necesaria para la pesca, y el famoso lanza dardos tan indispensable para cazar aves en el lago.

El pueblo mexicano veneraba y honraba a los Dioses santos: Ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos, querubines y serafines del cristianismo.

Resulta en verdad muy oportuno mencionar aquí a algunas Deidades:

Atlahua, "el que lleva el atlatl".

Amimitl, proviene etimológicamente de "mitl", flecha, y "atl", agua.

Opochtli, el "zurdo". Tradúzcase así: "El que lanza las flechas con la mano izquierda."

Los Devas indostaníes, Malachim hebraicos, Dioses de Anahuac, ángeles del cristianismo, son los principios espirituales de las fuerzas maravillosas de la naturaleza.

Nadie puede controlar en forma absoluta a esas fuerzas naturales, a menos de poseer la Quinta Iniciación calificada del mundo causal, que es la de un adepto.

Es indispensable haber sido aceptado por los príncipes del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra. Es urgente haber realizado a la ultérrima naturaleza espiritual de las Fuerzas naturales, antes de convertirnos en Reyes auténticos de los elementos universales. Suplicar es diferente. Las Sagradas Escrituras dicen: "Pedid y se os dará, golpead y se os abrirá."

Los ATLACA CHICHIMECAS se prosternaban ante los Dioses santos (los ángeles del cristianismo) y la respuesta jamás se hacía esperar.

Dichosos se sintieron los mexicanos cuando pudieron comprar a sus vecinos de tierra firme, maderas, tablas y piedras para edificar su ciudad.

Tal compra se realizó mediante el sistema de trueque, cambiando materiales útiles por peces, renacuajos, ranas, camaroncillos, culebras acuáticas, moscas acuáticas, gusanillos laguneros, patos, pájaros que viven en el agua, etc., etc., etc.

Con infinita humildad, sencillez y pobreza, edificaron un templo al arcángel Huitzilopochtli, el real fundador de México-Tenochtitlán.

El tabernáculo aquél ciertamente era bien pequeño, muy de acuerdo con sus posibilidades económicas. Establecidos en tierra extranjera, entre juncos y carrizos, es obvio que estas gentes no disponían de piedra y madera suficiente.

Cuenta la leyenda de los siglos que el recuerdo de aquella época, humilde y grandiosa a la vez, se conmemoraba una vez al año durante las fiestas del mes ETZALQUALIZTLI.

El AYAUHCALI o primer oratorio dedicado a nuestro Señor Huitzilopochtli, fue levantado un poco al noroeste de la actual catedral metropolitana, y aproximadamente a trescientos metros en idéntica dirección del centro de la plaza de la constitución que hoy se llama zócalo.

Los sucesivos soberanos mexicanos, ciertamente no ahorraron esfuerzo alguno al hacer para el bienaventurado arcángel Huitzilopochtli una casa de devoción digna de él, pero siempre sobre el mismo terreno o lugar sacratísimo escogido por el Bendito.

Incuestionablemente, alrededor de ese centro magnético tan singular, surgieron, reinado tras reinado, palacios, pirámides, santuarios, etc., etc., etc.

No está de más aseverar con gran énfasis que la aparición del águila y de la serpiente acaeció a Cuauhcoatl y a su gente en el mismo lugar donde después fue construido el templo del santo Dios Huitzilopochtli.

Hablando muy francamente y sin ambages, declaramos que la gran Tenochtitlán es, ante todo, el Templo.

En el teocali (casa de Dios) se resume y concentra totalmente el motivo fundamental de la ciudad, del pueblo y del estado.

Centro magnético maravilloso descansando sublime en el suelo firme, rocoso.

Isla hermosa en medio de las aguas cristalinas de los pantanos; exótico lugar en una amplia bahía de la laguna legendaria.

Muchas ciudades y aldeas resplandecían bajo la luz del sol en aquellas costas: Azcapotzalco y Tlacopan al oeste, Coyoacán al sur, Tepeyacac al norte, etc.

Los mexicanos hubieron de adaptar a su servicio gran número de islas pequeñas, bancos de arena y fango, etc.

Con gran industria e infinita paciencia, aquel pueblo anfibio hubo de empezar por crear el suelo acumulando lodo sobre balsas de juncos, ahondar muchísimos canales, terraplenar muy bien las orillas y construir por aquí, por allá y acullá calzadas y puentes.

Fue así como surgió la gran Tenochtitlán, centro maravilloso de una poderosa civilización serpentina.