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Ejercicios de Lamasería: Capitulo 2.- La Profecía sobre la Colisión de Mundos

LA PROFECÍA SOBRE LA COLISIÓN DE MUNDOS

Con voz fuerte y expresión enérgica, el Maestro continuaba hablando; ahora con la terrible profecía que pesa sobre el planeta tierra, parecía mirar en el cosmos a muchos millones de años luz de distancia en el tiempo, su voz grave y sonora como el trueno se proyectaba en el espacio describiendo lo que observaba con su ojo de diamante para el futuro.

Yo solamente escuchaba al Maestro con profundo respeto, cuando él en su gran sabiduría continuaba diciendo:

“Obviamente, estamos en vísperas de un gran cataclismo cósmico, eso es ostensible. Ya los científicos saben que hacia la órbita de nuestro planeta Tierra viene un mundo, se le llama el Planeta Rojo.

Se acerca y los hombres de ciencia quieren alejarlo con explosiones nucleares, empero todo será inútil, llegará un instante en que tendrán que cumplirse todas las profecías.

Ya Mahoma habló claramente, habló del terremoto que nos está reservado desde el principio de los siglos. Dice textualmente que “entonces las montañas serán machacadas”, que “volarán por los aires cayendo hechas polvo”.

Esto nos invita a reflexionar, sería imposible esto, si no hubiese un terremoto, pero ese terremoto ¿por qué sucedería?

Indubitablemente, tal evento acontecería por una colisión de mundos y precisamente eso es lo que va ha suceder, mis queridos hermanos.

El Apocalipsis también nos habla de un gran terremoto, tan grande, dice, como jamás lo hubo sobre la faz de la tierra. Quiero que reflexionéis muy a fondo sobre el momento en que estamos actualmente.

Realmente vivimos una época difícil, estamos en los tiempos del fin, como dice el Apocalipsis de San Juan, en el principio del fin de la era de los gentiles. La tierra antigua, la Atlántida, pereció por el agua; nuestra tierra presente será quemada con fuego.

Sobre esto también habló claramente Pedro, en su Epístola 2ª a los Romanos, y dice que la tierra y todo lo que en ella está será quemado con fuego. Y eso es verdad, mis caros hermanos, los elementos ardiendo serán deshechos.

Reflexionad en esto, profundizad. Ciertamente esto que estoy hablando tiene un viso de tragedia, es verdad, pero es que no quiero desaprovechar ni siquiera un instante para llamaros la atención. Es necesario que viváis en estado de alerta, sí, sobre todo en estos tiempos tan difíciles.

En el mundo de las causas naturales pude vivenciar ese futuro que le aguarda a nuestro planeta Tierra. Lo que vi realmente fue espantoso, las doce constelaciones del zodiaco aparecían en forma simbólica, pictórica, alegórica, como doce gigantes terribles, amenazantes, grandiosos y de ellos salían rayos y truenos.

Parecía como si ya en esos instantes fuera el fin, la catástrofe final. También me di cuenta, mis caros hermanos, de que gente de otros mundos no ignora lo que va a suceder y se preparan.

Podéis estar seguros que en el día y en la hora naves de otros mundos, de otros planetas tomarán, dijéramos, fotografías -usando esta vez nuestros términos terrestres de fotografiar o imprimir imágenes en alguna placa o en algo parecido-, con el propósito de guardar ese recuerdo entre sus archivos.

Se trata de un mundo que fue castigado por sus maldades, un mundo terriblemente perverso, el planeta Tierra.

En otra ocasión platicaba yo con mi Divina Madre Kundalini y me decía: Ya todo está perdido, el mal del mundo es tan grande que ya llegó hasta el cielo.

Babilonia la Grande, la madre de todas las fornicaciones y abominaciones de la tierra, será destruida y de toda esa perversa generación de víboras no quedará piedra sobre piedra.

Asombrado dije:

-¡Oh! Madre mía, ¿nos encontramos ante un callejón sin salida?

Respondió la Adorable:

-¿Quieres hacer un negocio conmigo?

-Claro que sí.

-Entonces tú abres el callejón sin salida -continuó diciendo- y yo los mato.

Abrir tal callejón, mis queridos hermanos, eso es lo que estamos haciendo, estamos en estos instantes formando el Ejército de Salvación Mundial, sí; dichosos los que sepan aprovechar este callejón, porque quiero que sepáis en forma concreta, clara y definitiva, que todo esto que actualmente veis en el mundo será destruido.

Cuando aquel planeta, que está viajando rumbo a nuestro mundo, hacia el planeta Tierra, se vaya acercando, obviamente quemará con sus radiaciones todo aquello que tenga vida.

Con su aproximación, el fuego líquido del interior de la tierra será atraído magnéticamente, y entonces brotarán por doquiera, acá y acullá, volcanes en erupción y habrá terremotos espantosos nunca antes vistos ni sentidos; lava y cenizas por doquiera.

Dicen las Sagradas Escrituras que por aquellos días el sol se oscurecerá y no dará su luz. Obvio, mis queridos hermanos, aquel astro viajero, aquel que viene a chocar con nuestro mundo terrestre, se interpondrá entre el resplandeciente sol que nos ilumina y este nuestro afligido mundo.

Entonces habrán tinieblas muy espesas, movimientos telúricos terribles y ayes lastimeros, subirá espantosamente la temperatura, la gente huirá por doquiera, aquí, allá y por más allá y no habrá remedio, no tendrá ya escapatoria la humanidad en ninguna parte.

Por último, el depósito de hidrógeno de nuestro planeta Tierra se incendiará y todo arderá en un gran holocausto en medio del espacio infinito.

Así pues, hermanos, cuando aquel mundo que viene a chocar con el nuestro se aproxime, la muerte con su guadaña cegará millones y millones de vidas. Cuando suceda el choque meramente físico, ya no habrá nadie vivo. ¿Quién podría resistir?

Así termina, mis caros hermanos, una civilización perversa, así sucumbirá esta civilización de malvados.

Lo que estoy diciendo ahora podrá pareceros algo exótico y extraño, lo mismo les parecía a los atlantes en aquellos días antes del Diluvio Universal, antes de que las aguas se tragaran aquella humanidad.

Muchos se reían, raros fueron aquellos que escucharon al Manú Vhaisba Vhata, quien fuera el auténtico Noé Bíblico y quien sacara a su pueblo selecto, a su Ejército de Salvación Mundial de la zona de peligro y lo llevara hasta la Meseta Central del Asia, pasando por dondequiera que halló tierra seca.

Entonces los perversos, los magos negros, los señores de la faz tenebrosa, desesperados murieron. Hoy, hermanos, estamos hablando como hablábamos en la Atlántida, hoy estoy profetizando como profeticé también en el continente sumergido.

Hoy estoy advirtiendo como advertí en aquella época. Sólo hay una diferencia: en aquel tiempo la tierra de la Atlántida, con todo cuanto en ella había, pereció por el agua y ahora nuestra tierra actual sucumbirá por el fuego. Así pues, mis caros hermanos, después del gran cataclismo sólo habrá fuego y vapor de agua, un gran caos.

Esta tierra quedará deshabitada. Los selectos serán sacados de la zona de peligro y llevados a otros mundos.

Cuando la tierra esté en condiciones de tener esa semilla humana que habrá sido sacada de este planeta y que en otro mundo del espacio infinito se habrá cruzado radicalmente, será traída de nuevo a poblar la faz de una tierra transformada, la tierra del mañana, esa Nueva Jerusalem de la cual habla el Apocalipsis de San Juan.

Recuerden ustedes que habrán cielos nuevos y tierra nueva, en eso están de acuerdo todos los profetas y es, precisamente, sobre esa tierra nueva donde van a resucitar las gloriosas civilizaciones esotéricas del pasado. La Sexta Gran Raza Raíz del futuro será una mezcla de nuestra semilla humana terrestre con lo mejor de la semilla de otros mundos.

Quiero que comprendáis, pues, que la resurrección de las pasadas civilizaciones será un hecho concreto.

En la primera sub-raza de la Sexta Gran Raza Raíz resucitará aquella cultura, aquella civilización esotérica que floreciera a raíz del sumergimiento de la Atlántida en la Meseta Central del Asia, en la primera edad de esta nuestra Quinta Raza.

La segunda sub-raza de la futura Sexta Raza Raíz será también grandiosa, porque entonces veremos la resurrección de esas poderosas culturas que florecieron en el sur del Asía, la cultura Pre-Védica, la de la sabiduría de los Riths, la de las grandes procesiones con elefantes sagrados, de los antiguos tiempos indostánicos, etc., etc., etc.

La tercera sub-raza de la futura Sexta Raza Raíz, allá en esa tierra transformada del mañana, resucitará, resurgirá la poderosa civilización de Egipto. Entonces habrá un nuevo Nilo y nuevas pirámides y esfinges y millones de almas egipcias regresarán, reencarnarán para hacer resplandecer la sabiduría Neptuniano-Amentina sobre la faz de la tierra, con todo su esplendor y brillantez.

En la cuarta sub-raza de la futura Sexta Raza Raíz, en la tierra nueva del futuro, volverá a resurgir entonces con todo su poder la cultura Grecorromana, con los misterios de Eleusis, con los misterios sagrados de la Antigua Roma, etc., etc., etc.

Y habrá una quinta sub-raza, en la cual se repetirán los estados de la civilización Anglosajona, Teutona, etc., pero en una forma mucho más elevada, más espiritual.

Sin embargo, no podrá evitarse que en aquella época existan algunos fracasos y los habrá, eso es claro.

Con la sexta sub-raza resplandecerá una cultura muy análoga a esta raza que puebla nuestro continente Iberoamericano, pero repito: en una octava de orden superior.

Y por último, en la séptima sub-raza de la futura Sexta Raza Raíz, en una tierra transformada del futuro, con cielos nuevos y mares nuevos, florecerá muy semejante, dijéramos, a la que hay actualmente en los Estados Unidos, pero inmensamente más espiritual; sin embargo, no podrán evitarse nuevos y nuevos fracasos.

Por último vendrá, mis caros hermanos, otra gran catástrofe, que será en aquella época causada por el agua, y al final de los tiempos resurgirá un último continente, un póstumo continente donde florecerá la Séptima Raza Raíz.

Hoy sólo me limito a recordar que nos preparamos para un gran cataclismo, para que quienes quieran engrosar las filas del Ejército de Salvación Mundial vengan con nosotros. Aquellos que nos sigan serán sacados de la zona de peligro en el momento preciso, adecuado, indicado por la Gran Ley.

Aquellos que no nos sigan, esos que no acepten las enseñanzas, esos que rechacen el gnosticismo, el esoterismo, la sabiduría antigua, incuestionablemente perecerán. Habrá, pues, una acontecimiento extraordinario, algo muy similar a lo que ya os dije sucedió en los antiguos tiempos, cuando fue destruido el continente atlante.

La poderosa civilización del futuro, la Edad de Oro, la Edad de la Luz y del Esplendor, sólo surgirá después de la gran calamidad que se avecina. Ahora no es posible, sencillamente porque el ego no puede crear culturas divinales. El ego no es capaz de permitir la resurrección de las antiguas civilizaciones de tipo esotérico-espiritual.

Así pues, quienes profeticen diciendo que en el año 2,000 ó 2,007 se iniciará la edad del esplendor y de la luz, están completamente equivocados. Créanme ustedes, en nombre de la verdad, que tal edad sólo podrá ser edificada por el Ser, por lo divinal, por lo más decente que tenemos en lo más profundo de nuestra conciencia, jamás por el mí mismo, por el sí mismo, por el yo.

Mucho me alegra la venida aquí de nuestro hermano Efraín Villegas Quintero y nos complace escuchar el saludo que él nos trajo en grabación de algunos hermanos y lo aprovecho sinceramente para hacer llegar a todos ellos este mensaje”.