LA UNDÉCIMA HAZAÑA DE HÉRCULES
La Undécima hazaña de Hércules, el Héroe Solar, tuvo lugar en el dominio trasatlántico, consistiendo en apropiarse de las Manzanas de las Hespérides, las Ninfas hijas de Héspero, vivísima representación del planeta Venus, el lucero delicioso del amor...
Desconociendo el camino, necesitaba primero adueñarse de Nereo, que todo lo sabe, y luego en África enfrentarse en una lucha cuerpo a cuerpo con el espantoso gigante Anteo, hijo de Poseidón...
También se suele relacionar con este viaje, la liberación de PROMETEO‑LUCIFER, matando al águila que lo atormenta, así como la substitución temporánea del famoso Atlas, cargando el mundo sobre sus espaldas titánicas, para conseguir su auxilio...
Finalmente, las simbólicas manzanas de oro le son entregadas por las mismas Hespérides, matando previamente al Dragón que las guardaba...
Evidentemente, esta hazaña tiene estrecha relación con el relato Bíblico de los frutos del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, en el Jardín Edénico, en el que, sin embargo, el Dragón está substituido por una Culebra, quien invita a recoger y probar esos frutos maravillosos, que Hércules después entrega a Atenea, la Diosa de la Sabiduría y su Divina protectora...
El descenso intrépido al viejo Tartarus del undécimo planeta de nuestro sistema solar, se hizo urgente, inaplazable, impostergable, antes del ascenso al Padre (El Primer Logos).
Abrupto, quebrado y desigual camino descendente, me condujo fatalmente hasta las horrendas tinieblas de la Ciudad de Dite...
Mi "Nereo" o mejor dijéramos mi "GURUJI", "Maestro o Guía", pacientemente me enseñó todos los peligros...
Y fue ciertamente en esos horripilantes abismos del dolor, en aquel planeta que está más allá de la órbita de Plutón, donde encontré a ANTEO, el gigante descomunal, más espantoso aún que el desmesurado Briareo...
El Dante Florentino, en su Divina Comedia, exclama:
"¡Oh, tú, que en el afortunado Valle donde Escipión heredó tanta Gloria, cuando Aníbal y los suyos volvieron las espaldas, recogiste mil leones por presa, y que, si hubieras asistido a la gran guerra de tus hermanos, aún hay quien crea que habrías asegurado la victoria a los Hijos de la Tierra!..."
"Si no lo llevas a mal, condúcenos al fondo en donde el frío endurece el Cocito".
"No hagas que me dirija a Tico ni a Tifeo; éste que ves puede dar lo que aquí se desea; por tanto, inclínate y no tuerzas la boca. Todavía puede renovar tu fama en el mundo, pues vive, y espera gozar aún de larga vida, si la gracia no lo llama a sí antes de tiempo..."
"Así le dijo el Maestro; y el gigante, apresurándose a extender aquellas manos que tan rudamente oprimieron a Hércules, cogió a mi Guía".
"Cuando Virgilio se sintió agarrar, me dijo: Acércate para que yo tome, y enseguida me abrazó de modo que los dos juntos formábamos un solo fardo".
"Como al mirar la Corisenda por el lado a que está inclinada, cuando pasa una nube por encima de ella en sentido contrario, parece próxima a derrumbarse, tal me pareció ANTEO cuando le vi inclinarse; y fue para mi tan terrible aquel momento, que habría querido ir por otro camino. Pero él nos condujo suavemente al fondo del abismo que devora a Lucifer y a Judas; y sin demora cesó su inclinación, volviendo a erguirse como el mástil de un navío...
(Esto es textual de la Divina Comedia).
ANTEO: Alegórico personaje Magistra, representativo Titán de las "Hordas Tenebrosas" abismales...
Libradas muy cruentas batallas contra los Demonios de la Ciudad de Dite, hubo de ser libertado LUCIFER‑PROMETEO...
Yo vi abrirse la acerada puerta del horripilante calabozo; el guardián le cedió el paso...
Escenas terribles de la oscuro morada; casos insólitos, insospechados; lo que "los moradores de la Tierra" ignoran...
LUCIFER es el Guardián de la Puerta de las llaves del Santuario, para que no penetren en él sino los ungidos que poseen el secreto de Hermes...
EL CHRISTOS‑LUCIFER de los Gnósticos es el Dios de la Sabiduría bajo distintos nombres, el Dios de nuestro planeta Tierra sin ninguna sombra de maldad, pues que es uno con el Logos Platónico...
PROMETEO‑LUCIFER es el Ministro del LOGOS SOLAR y Señor de las Siete Mansiones del HADES...
LUCIFER ciertamente es el Espíritu de la Iluminación Espiritual de la Humanidad y de la Libertad de Elección y, metafísicamente, la antorcha de la humanidad; el LOGOS en su aspecto superior, y el adversario en su aspecto inferior; el Divino y encadenado PROMETEO; la energía activa y centrífuga del universo; fuego, luz, vida, lucha, esfuerzo, conciencia, libertad, independencia, etc., etc., etc.
A LUCIFER están encomendadas la Espada y la Balanza de la Justicia Cósmica, pues que él es la norma del peso, la medida y el número.
Dentro de cada uno de nos, LUCIFER es la reflexión del LOGOS Intimo, sombra del Señor proyectada en el fondo de nuestro Ser...
En instantes en que escribo estas cuartillas me viene a la memoria un caso insólito...
Una noche cualquiera, no importa cual, hube de encontrar al espantoso personaje dentro de una hermosa recámara...
Imponente, "PROMETEO‑LUCIFER", sostenido sobre patas de bestia en vez de pies, me miraba amenazante...
Dos espantosos cuernos lucían pavorosos en su frente siniestra, empero estaba vestido como elegante caballero...
Acercándome a él serenamente le di algunas palmaditas en el hombro a tiempo que le decía:
Tú a mí no me espantas; te conozco muy bien, no habéis podido vencerme, estoy victorioso...
El coloso se retiró y yo, sentándome en el mullido y perfumado lecho de caoba, aguardé un momento...
Posteriormente penetró en la alcoba una fémina peligrosamente bella; desnuda se acostó en la cama...
Casi desmayada de lujuria, la hermosa me envolvió en sus impúdicos brazos, invitándome a los placeres de la carne...
Acostado junto a la bella le demostré mis poderes al Diablo; me dominé a mí mismo...
Después me levanté de la cama de placeres; la beldad aquella casi muerte de lubricidad, sintiéndose defraudada me contempló inútilmente...
A continuación entró en la estancia un niño resplandeciente; radiante criatura terriblemente Divina...
El infante sublime, ricamente ataviado con hermosa túnica sacerdotal de un color negro muy especial, atravesó el exótico recinto...
Yo le reconocí de inmediato y acercándome a él muy quedito, le dije: Es inútil que continúes disfrazándote; te reconozco siempre: ¡Oh! Lucifer... Tú jamás puedes vencerme...
Aquella Criatura sublime, terror de los ignorantes, sonrió entonces con dulzura infinita...
Incuestionablemente; él es el "Divino Daimón" de Sócrates; nuestro entrenador especial en el Gimnasio Psicológico de la Vida...
Justa es su Libertad después de su duro trabajo; el LOGOS se lo traga, se lo absorbe...
Hasta aquí este relato, continuemos con el tema trascendental de este capítulo...
Mi nueva Sacerdotisa en la Montaña de la Ascensión, resultó ciertamente extraordinaria...
Obviamente se aceleró mi progreso íntimo y, en consecuencia, logré apoderarme de las manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides...
Las Ninfas Venustas, exquisitamente deliciosas, cayeron a mis pies: no pudieron vencerme...
Concluidos los trabajos mágicos en aquel Averno, ascendí victorioso al Padre...
Es obvio que este místico acontecimiento trascendental en modo alguno podía pasar desapercibido...
Aquel evento cósmico fue entonces celebrado con infinita alegría en el SANCTA...
Es espléndido trono, sentado ante la augusta Cofradía, me sentí completamente transformado...
En esos momentos indecibles, "El Anciano de los Días", "Mi Padre que está en secreto", "La Bondad de las Bondades", "Lo Oculto de lo Oculto", "La Misericordia de las Misericordias", "EL ÉTER de la KÁBALA HEBRAICA", resplandeció dentro de mí; cristalizó definitivamente en toda la presencia de mi Ser...
En tales instantes, los Hermanos de la Fraternidad Universal Blanca, con infinita veneración me contemplaron... Mi rostro asumió el aspecto de la ancianidad...
Indubitablemente había logrado cristalizar en las diversas partes de mi Ser, las Tres Fuerzas Primarias del Universo...