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El Misterio del Aureo Florecer: Capitulo 35.- Belleza

BELLEZA

Waldemar dice: “Es demasiado conocido el llamado “susto de embarazo” de la mujer para que nos extendamos mucho sobre el particular. Consigna las especiales agitaciones del ánimo que obran sobre el tierno fruto que se halla en el vientre materno. Pero, de manera singular, jamás se ha tenido lo bastante en cuenta de qué inmensa importancia es una influencia psíquica sobre el feto.

Ya una simple sugestión de objetos puede acarrear una transformación física del mismo: así, una mujer dio a luz hace algún tiempo en un hospital berlinés a un monstruo que tenía orejas y hocico de perro y un pelaje de bestia.

Entre mis conocidos ocurrió el caso de que visitando con frecuencia el Zoo durante su embarazo, la esposa de un industrial de Chemnitz, pues le gustaban mucho los cachorros de leona, dio a luz un par de mellizos con cabezas leonadas y garras; ambas criaturas estaban desprovistas de inteligencia humana y murieron a las edades de once y doce años, respectivamente.

De embarazadas que tuvieron un susto de ratón se ha oído a menudo que el recién nacido tenía una mancha o lunar semejante a la piel del ratón, exactamente en el lugar a donde su madre se había llevado la mano en el momento del susto.

En la antigüedad, continúa diciendo Waldemar, se extraía la correspondiente consecuencia del susto de las mujeres; podía entrañar resultados negativos, pero también positivos. Así nos manifiesta Oppian que las mujeres de Esparta daban a luz criaturas extraordinariamente bellas y bien constituidas debido a que tenían a la vista en sus dormitorios estatuas de Apolo, Jacinto, Narciso y los Dióscuros, y además disfrutaban durante su embarazo de la música de arpas y flautas.

También se imponía a los maridos espartanos el que durante el embarazo de sus mujeres no mostrasen jamás un semblante ceñudo o malhumorado, sino siempre satisfecho. Heliodoro cuenta que de una pareja de cónyuges espantosamente feos nació un vástago extraordinariamente hermoso, debido a que la madre tuvo siempre ante sí en su dormitorio una maravillosa estatua de tamaño natural de Adonis. También el tirano de Chipre, mal conformado y feo, fue no obstante padre de muchachitos sorprendentemente lindos, debido a haber hecho ornar el dormitorio con radiantes figuras de divinidades.

En el curso de la historia ocurrió repetidamente que las mujeres levantaran sospechas de infidelidad debido a su “susto de embarazo”.

La esposa de piel oscura del también piel oscura Hydaspo, llamada Persina, dio a luz al cabo de diez años de matrimonio estéril, una hija completamente blanca. En su desesperación porque el marido no creyera en su inocencia y la acusara de trato con extraño, abandonó a la criatura. La puso por nombre Charikleia, y sucedió que la volvió a hallar al cabo de muchos años. Dichosa declaró entonces a su hija: como al nacer fuiste blanca, cuyo color contradice a la naturaleza de los etíopes, reconocí yo misma la causa. En los brazos de mi esposo había yo visto la imagen de Andrómeda desnuda, cuando la raptó Perseo de las rocas, y por eso tú obtuvisteis ese color. Seguidamente, Persina confesó a su esposo que tenía una hija; hizo poner la imagen de Andrómeda junto a Charikleia y, en efecto, la semejanza era desconcertante. Hydaspo se dejó convencer admirado, y el pueblo, fuera de sí de júbilo, colmó a los tres de beneplácitos.

También un crítico de espíritu tan penetrante como Lesing manifiesta muy expresivamente que en especial las artes plásticas, aparte del inefable influjo que tienen sobre el carácter de la nación, son capaces de una acción que precisa un control más próximo del Estado. Si bellos seres crean bellas estatuas, éstas obran de nuevo sobre aquellos y el Estado ha de agradecer a las bellas estatuas, los bellos ciudadanos. Entre nosotros, la delicada imaginación de la madre solo parece exteriorizarse en monstruos”.

Necesario es regresar al punto de partida original y cultivar con singular anhelo la belleza del Espíritu...

La recámara nupcial debe convertirse en el Templo del Arte; ella es en sí misma el Centro Magnético del Amor...

Las mujeres de la Santa Predestinación no deben perder jamás la capacidad de asombro...

Contemplad ¡Oh hijas de Venus! las divinales esculturas de vuestra habitación a fin de que el fruto de vuestro amor sea realmente bello...

Cread bellezas os digo en nombre del Amor y de la Verdad... sed felices bienamadas, sed dichosas con vuestras creaciones...

La alcoba nupcial es el Santuario de Venus, no lo profanéis jamás con pensamientos indignos.