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El Misterio del Aureo Florecer: Capitulo 25.- La Perla Seminal

LA PERLA SEMINAL

Al llegar a este capítulo del Mensaje de Navidad 1971-1972, no está de más enfatizar algo muy penoso que hemos podido verificar a través de muchísimos años de constante observación y experiencia.

Quiero referirme sin ambages a la “Mitomanía”, tendencia muy marcada entre gentes afiliadas a diversas escuelas de tipo metafísico.

Sujetos aparentemente muy sencillos, de la noche a la mañana, después de unas cuantas alucinaciones, se convierten en mitómanos.

Incuestionablemente tales personas de Psiquis Subjetiva, casi siempre logran sorprender a muchos incautos, que de hecho se hacen sus seguidores.

El mitómano es como un paredón sin cimientos, basta un leve empujón para convertirle en menudo sedimento.

El mitómano cree que esto del ocultismo es algo así como “soplar y hacer botellas” y de un momento a otro se declara mahatma, maestro resurrecto, hierofante, etc.

El mitómano tiene por lo común señuelos imposibles, sufre invariablemente de eso que se llama “delirios de grandeza”. Esa clase de personajes suelen presentarse como reencarnaciones de maestros o de héroes fabulosos, legendarios, ficticios.

Empero, es claro que estamos haciendo énfasis sobre algo que merece ser explicado.

Centros egoicos de la subconsciencia animalesca que en las relaciones de intercambio siguen a determinados grupos mentales, pueden provocar mediante asociaciones y reflejos fantásticos algo así como “espíritus” que casi invariablemente son solo formas ilusorias, personificaciones del propio Yo Pluralizado.

No es pues extraño que cualquier agregado psíquico asuma una forma Jesu-cristiana para dictar falsos oráculos...

Cualquiera de esas tantas entidades que en su conjunto constituyen eso que se llama Ego, puede si así lo quiere tomar forma de Mahatma o Gurú y entonces el soñador al volver al estado de vigilia dirá de sí mismo: “estoy auto-realizado, soy un maestro”.

Débase observar al respecto que de todos modos en el subconsciente de toda persona se halla latente la tendencia a la toma de partido, a la personificación.

Este es pues el clásico motivo por el cual muchos gurujis asiáticos antes de iniciar a sus discípulos en el Magismo trascendental, les previenen contra todas las formas posibles de auto-engaño.

“Un monje fue a visitar a Te Shan, quien le cerró la puerta en las narices. El monje golpeó la puerta y Te Shan preguntó”:

-¿Quién es? “El monje contestó”:

-“El cachorro de león. Entonces Te Shan abrió la puerta y saltó a babuchas sobre el pescuezo del monje, mientras gritaba”:

-“¡Animal! ¿Adónde irás ahora? El monje no contestó nada”.

El término “cachorro de león” es empleado por budistas Zen para designar a un discípulo que es capaz de entender la verdad Zen. Cuando los maestros alaban el entendimiento de un discípulo, o quieren probarlo, se suele emplear este término.

En este caso, el monje se llama a sí mismo, presuntuosamente el “cachorro de león”, pero cuando Te Shan lo prueba, tratándole como un verdadero “cachorro de león”, cuando se trepa a su pescuezo y le hace una pregunta esotérica, entonces el monje no sabe contestar.

Esto es la prueba de que el monje carecía del auténtico entendimiento que pretendía poseer.

Tal monje era de hecho un hombre de Conciencia dormida, un equivocado sincero, un mitómano.

Un día, en el monasterio de Nan Chuan, los monjes del ala oriental tuvieron una pelea con los del ala occidental por la posesión de un gato. Todos acudieron a Nan Chuan para que oficiara de juez.

Blandiendo un cuchillo en una mano y el gato en la otra, Nan Chuan dijo: “Si alguno de vosotros puede acertar en decir lo que hay que decir, el gato se salvará; de lo contrario, lo cortaré en dos”. Ninguno de los monjes supo decir nada. Entonces Nan Chuan mató al gato.

Esa noche cuando Chao Chou volvió al monasterio, Nan Chuan le preguntó qué hubiera dicho en el caso de haber estado presente. Chao Chou se quitó las sandalias de paja, se las puso sobre la cabeza y se alejó. Entonces Nan Chuan comentó: “¿Oh, si hubieras estado aquí el gato se habría salvado”.

Es obvio que Chau Chou era un hombre de Conciencia despierta, un auténtico iluminado.

No es posible despertar Conciencia objetivarla totalmente, sin haber previamente eliminado los elementos subjetivos de las percepciones.

Tales elementos infrahumanos están formados por toda esa multiplicidad de Yoes pendencieros y gritones que en su conjunto constituyen el Ego, el Mí mismo.

La Esencia embotellada entre todas esas entidades subjetivas e incoherentes, duerme profundamente.

La aniquilación de cada una de esas entidades infrahumanas es indispensable para liberar la Esencia.

Sólo emancipando la Esencia se consigue su despertar, entonces deviene la iluminación.

Los Yoguis indostaníes intentan despertar Conciencia por medio del Kundalini; desafortunadamente no enseñan la didáctica, el procedimiento.

Dicen que cuando el Kundalini duerme enroscado dentro del Chacra Mulhadara, el hombre está despierto en este valle de lágrimas y eso es ciento por ciento falso, porque el humanoide intelectual doquiera que se encuentre, sea en el mundo físico o en las dimensiones superiores de la Naturaleza, siempre está dormido.

Dicen que cuando el Kundalini despierta, el hombre duerme en esta tierra de amarguras, pierde la Conciencia del mundo y penetra en su Cuerpo Causal; tal afirmación resulta en el fondo utopista por dos motivos:

A) El bípedo tricerebrado o tricentrado equivocadamente llamado hombre, siempre está dormido aquí y ahora y no solamente ha perdido ya la Conciencia Planetaria, sino además, y esto es lo peor, continúa degenerándose.

B) El animal racional no tiene Cuerpo Causal, debe fabricarlo mediante la Alquimia Sexual en la FRAGUA ENCENDIDA DE VULCANO.

El más importante principio es que, cuando el Kundalini ha despertado, cesa como un poder estático y se transforma en una potencia dinámica.

Aprender a manejar el poder activo del Kundalini es urgente para despertar Conciencia.

En pleno coito químico debemos dirigir inteligentemente el rayo del Kundalini contra esos demonios rojos (Yoes) dentro de los cuales desgraciadamente se halla la Esencia, la Conciencia.

El cazador que quiere cazar diez liebres al mismo tiempo no caza ninguna; así también el gnóstico que en forma simultánea anhela eliminar varios Yoes, fracasa lamentablemente.

El trabajo esotérico encaminado a disolver cualquier defecto psicológico, resulta un verdadero rompecabezas chino; no solo debemos comprender previamente el defecto en cuestión en todos y cada uno de los niveles subconscientes de la Mente, sino además eliminar a cada uno de los Yoes que lo caracterizan.

A todas luces resalta con entera claridad meridiana que se necesitan muy largos y pacientes trabajos para eliminar cualquier defecto psicológico.

Muchos aspirantes que llegaron en este mundo tridimensional de Euclides a la castidad absoluta, fracasaron lamentablemente en los mundos suprasensibles cuando se les sometió a prueba; demostraron con hechos contundentes y definitivos que eran fornicarios y adúlteros.

Cualquier defecto psicológico puede desaparecer de la zona intelectual y continuar existiendo en las diversas regiones subconscientes.

Alguien podría ser una persona honrada en este mundo físico y hasta en cuarenta y ocho zonas subconscientes y sin embargo, fallar en la cuarenta y nueve.

Ahora deben reflexionar nuestros amados lectores y comprender lo difícil que es despertar Conciencia, convertirse en “cachorro de león”, entender la verdad Zen, experimentar el Tao.

No es tan fácil despertar Conciencia; es necesario liberar la Esencia, sacarla de entre sus habitáculos subconscientes, destruir tales habitáculos, volverlos polvo. Este es un proceso graduativo muy lento, penoso, difícil.

Conforme la Esencia se va liberando, el porcentaje de Conciencia va aumentando.

Los Humanoides intelectuales equivocadamente llamados hombres poseen en verdad tan solo un tres por ciento de Conciencia, si tuvieran siquiera un diez por ciento las guerras serían imposibles sobre la faz de la Tierra.

La Esencia primigenia que se libera al iniciarse el proceso del Morir, es incuestionable que se convierte en “La Perla Seminal”, ese punto matemático de la Conciencia citado por el Evangelio del Tao. Así se inicia el “Misterio del Áureo Florecer”.

El mitómano presume de iluminado sin haber liberado la Esencia, sin poseer ni siquiera la Perla Seminal.

Las gentes de psiquis subjetiva son utopistas ciento por ciento; suponen equivocadamente que se puede ser iluminado sin haber logrado la muerte del Ego en forma radical y definitiva. No quieren entender esas pobres gentes que habiendo auto-encierro la iluminación objetiva, auténtica, resulta completamente imposible.

Es obvio que cuando la Esencia está embotellada entre el Yo Pluralizado, existe auto-encierro.

La Esencia embotellada sólo funciona de acuerdo con su propio condicionamiento.

El Ego es subjetivo e infrahumano. Es ostensible que las percepciones que la Esencia tenga a través de los sentidos del Yo Pluralizado resulten deformadas y absurdas.

Esto nos invita a comprender lo difícil que es llegar a la iluminación verdadera, objetiva.

El precio de la Iluminación se paga con la propia vida. En la tierra sagrada de los Vedas hay chelas-discípulos que después de treinta años de intensivo trabajo, se encuentran tan solo en los comienzos, en el prólogo de su trabajo.

El mitómano quiere estar iluminado de la noche a la mañana; presume de sabio, se cree un dios.