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Nociones Fundamentales de Endocrinología y Criminología: Capítulo 17.- La Conciencia

LA CONCIENCIA

La clarividencia consciente sólo la poseen aquellos que han logrado despertar en los mundos superiores.

Durante las horas del sueño normal todos los seres humanos envueltos en su cuerpo astral viven en los mundos suprasensibles.

La humanidad vive durante el sueño normal y después de la muerte en las regiones suprasensibles de la gran madre naturaleza. Desgraciadamente la gente anda en el ultra con la conciencia dormida.

La clarividencia positiva sólo la poseen aquellas almas que viven despiertas en los mundos suprasensibles. Realmente aquellos que poseen conciencia continua, sea que su cuerpo físico esté despierto o dormido, ellos siempre están en estado de vigilia, son clarividentes positivos, poseen conciencia continua.

Toda auténtica investigación Endotérica y Esotérica, parte de ese estado de perfecta vigilancia.

Es necesario que el soñador despierte en los mundos internos antes de convertirse en un investigador competente de los mundos superiores.

Los médium del espiritismo o espiritualismo no sirven para investigar en los mundos superiores porque tienen dislocado el cuerpo mental. Los Médium están realmente desequilibrados y toda investigación que intenten hacer en los mundos superiores resulta un fracaso. Los estados psicopáticos de los médium, la sugestión compulsiva y patológica a que están predispuestos, los próximos Epileptoides durante el trance, y la obsesión psíquica, convierten al médium en individuos fantaseadores, anormales y mentalmente desequilibrados.

Para investigar en los mundos superiores se necesita el pensamiento lógico y el concepto exacto.

Toda visión verdaderamente positiva debe estar totalmente corroborada por los hechos concretos del mundo Físico. "La verdad no se aleja de la naturaleza humana. Si lo que consideramos verdad se aparta de la naturaleza humana, entonces no puede ser verdad".

El clarividente si no es un santo, por lo menos debe ser un perfecto caballero. Conocimos el caso de un clarividente paranoico que calumnió a una virtuosa madre de familia acusándola públicamente y señalándola como adúltera, hechicera, etc., etc. Esa pobre madre inocente y virtuosa fue encarnizada públicamente por el clarividente paranoico. Conocimos también el caso de un clarividente neurastenoide que calumnió y amenazó de muerte a un honrado y virtuoso ciudadano, señalándolo como hechicero y atribuyéndole diabólicos poderes.

Conocimos a un clarividente esquizofrénico que reaccionó instantáneamente contra un honrado ciudadano acusándole de que le estaba quitando la mujer, "dizque" porque así lo había visto clarividentemente. Si ese clarividente hubiera sido un neurastenoide podía haber asesinado al caballero. Si hubiera sido un paranoico habría estudiado y planeado un asesinato bien hecho. Si hubiera sido un oligofrénico, hubiera matado a puñaladas o a bala al honrado caballero que jamás en su vida había pensado en quitarle la señora al clarividente.

Si el clarividente hubiera elevado su queja ante los tribunales, los jueces lo habrían declarado libre de faltas, de méritos. Para sentenciar a alguien se necesita que se compruebe el cuerpo del delito y la responsabilidad del acusado.

La mayor parte de los clarividentes podrían ser procesados por calumnia y difamación de honor, injurias y amenazas.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la justificación del cuerpo del delito. Si no se justifica el cuerpo del delito en ninguna de las formas establecidas por los códigos de procedimientos penales, el acusado es inocente. "No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti". "La verdad no se aleja de la naturaleza humana, Si lo que consideramos verdad se aparta de la naturaleza humana, entonces no es verdad".

El Cristo dijo: "No juzguéis, para que no seáis juzgados". "Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volverán a medir". (Capítulo 7, Mateo).

El clarividente debe ser rigurosamente analítico, altamente intelectual, y estrictamente científico.

El peor enemigo del clarividente es la ignorancia.

El clarividente debe aprender a ver en ausencia del yo, del mí mismo. Ver sin juzgar.