EL PROCESO DE INDIVIDUALIZACIÓN MENTAL
Incuestionablemente, la Autorrealización Íntima, las Revaluaciones del Ser causan honda alegría. Ciertamente, tales Revaluaciones son fundamentales y revisten características trascendentales de Eternidad.
Obviamente, tenemos que distinguir entre lo que es el SER y lo que es el NO SER de la Filosofía. Incuestionablemente, el Yo psicológico no es el Ser; mas las gentes confunden al Yo, al mí mismo, con el Ser.
Es necesario saber, que el Yo psicológico tiene un principio y tiene un fin (obviamente, todo lo que tiene un principio debe tener un final). Así pues, el Yo no es eterno.
A nosotros debe interesarnos, ante todo, lo que sí es eterno (que es el Ser). Mas debemos ELIMINAR LO QUE NO ES ETERNO: Debemos desintegrar EL EGO.
Obviamente, este Ego, no es más que el resultado de todos nuestros errores, de todas nuestras aberraciones, vicios y pasiones. El Ego, indubitablemente, es un manojo, dijéramos, de Defectos: Ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc.
“Aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no lograríamos enumerar, detalladamente, todos los defectos psicológicos que poseemos”... En conjunto, todos ellos son el sí mismo.
Obviamente, el Ego no puede darnos auténtica Felicidad, puesto que él mismo es el resultado del error. Si no fuera por los errores, el Yo no existiría. No solamente estamos cometiendo errores en el presente, también los cometimos en el pasado; y es claro, que los errores del pasado tienden a proyectarse hacia el futuro, a través del callejón del presente.
En vidas anteriores, cada uno de nosotros cometió lamentables equivocaciones, lamentables errores, y estos no han desaparecido, los llevamos en el fondo mismo del Subconsciente. Y lo peor, repito, es que quieren actualizarse en la hora presente, para proyectarse al futuro.
Todos nosotros estamos condicionados, lamentablemente, por nuestros propios errores; no hemos aprendido, todavía, a ABRIRNOS A LO NUEVO: Cuando algo se nos presenta, cuando alguna verdad sale al encuentro nuestro en la vera del Camino, no la sabemos recibir como algo nuevo, sino que, de inmediato, apelamos a lo que tenemos acumulado en la Mente, con el propósito, claro está, de interpretar aquello que se nos ha presentado.
Es decir, no somos capaces de ver aquello, tal como es, en sí mismo, sino que tenemos que interpretarlo a nuestro modo, de acuerdo con nuestros trasfondos psicológicos, de acuerdo con nuestros prejuicios, preconceptos y condicionamientos. No somos, en modo alguno, capaces de abrirnos a lo nuevo con Mente pura, íntegra, espontánea y perfecta.
Estamos CONDICIONADOS POR EL ERROR, desgraciadamente; estamos condicionados por nuestros propios Defectos, lamentablemente; cada uno de nosotros tiene una característica especial, plenamente especificada por algún Defecto de tipo psicológico. Cada uno de nosotros está cegado, dijéramos, por algún criterio de tipo muy equivocado.
En modo alguno hemos adquirido la capacidad de ver las cosas en forma nueva. Desafortunadamente, cargamos dentro muchos errores viejos, y esto nos condiciona desfavorablemente.
Hay la necesidad, mis caros hermanos, de tener una Mente más elástica, más dúctil; una Mente que se abra siempre a las verdades nuevas; una Mente aprehensiva, comprensiva, íntegra.
Urge, ante todo, que nosotros LIBERTEMOS LA MENTE (es que está, desgraciadamente, metida en el molde de tantos y tantos “ayeres”). Necesitamos libertarla de esos moldes, de esas fórmulas del pasado; necesitamos convertir la Mente en un instrumento maravilloso, que puede recibir las grandes verdades.
Hoy por hoy, mis caros hermanos, todos nosotros estamos formados por el error, somos el producto de muchas equivocaciones; y lo más grave es que no queremos ver nuestros propios errores, que no queremos ver nuestras propias equivocaciones. Cada uno de nosotros se desliza en el error, vive en el error y muere en el error...
Si nosotros comprendiéramos todo esto, si fuéramos capaces de eliminar, pues, los elementos indeseables que cargamos en nuestro interior, la vida sería muy diferente. Pero no queremos ver nuestros propios errores, siempre encontramos justificativos para cualquier mala acción, desgraciadamente.
Somos como Pilatos: Vivimos lavándonos las manos incesantemente y diciendo: “No, yo no tengo la culpa”... Jamás queremos reconocer nuestros errores; nunca tenemos la culpa.
Conviene, mis caros hermanos, que al concluir este año nos hagamos más reflexivos, que adquiramos más INDIVIDUALIDAD en nuestra propia Mente.
Hoy por hoy, desgraciadamente, accionamos y reaccionamos incesantemente como animales: Si nos pegan, pegamos; si nos maldicen, maldecimos; si nos odian, odiamos; aún más, acostumbramos a identificarnos con hechos y sucesos que acaecen a nuestro lado, en forma mecánica. Nos identificamos con acciones ajenas equivocadas, y reaccionamos donde no tenemos por qué meter las narices; y eso es grave. Y, desgraciadamente, no hemos entendido la necesidad de individualizar un poco más nuestra Mente.
Siempre estamos metidos en cosas ajenas, siempre andamos de aquí para allá, identificados con escenas que nada tienen que ver con nuestra vida, con sucesos que nos son nuestros; opinamos donde no tenemos por qué opinar; decimos, cuando nada debemos decir; y hasta reaccionamos con hechos ajenos que nada tienen que ver nosotros...
Veamos a las gentes en las calles, en los mercados públicos: Se sucede (muchas veces), algún error, alguien ataca a alguien, hay cualquier desorden... Inmediatamente tomamos partido; nos pronunciamos en contra de alguien que nos pareció injusto y hasta reaccionamos en forma violenta cuando con nosotros no se están metiendo...
Nuestra Mente se ha convertido, pues, en una especie de caja de resonancia para las acciones ajenas; mas no se ha convertido, verdaderamente, en un instrumento dúctil, elástico e individual, para nuestras propias autorreflexiones.
Las gentes hace con nosotros lo que quiere, porque no tenemos nosotros Individualidad Mental. Todos juegan con nosotros: Pueden llevarnos del placer al dolor y del dolor al placer, a su gusto; pueden hacernos cometer los más grandes disparates; pueden, inclusive, hacernos reaccionar en forma violenta y hasta convertirnos en homicidas; y por causa de muchos podemos ir a la cárcel.
No tenemos una Mente que se ajuste a la práctica Individualidad, no tenemos Mente Individual, desgraciadamente.
Miremos a las multitudes, veámoslas en una manifestación pública de odio: ¡Cuántos que en su vida jamás hubieran sido capaces de lanzar una piedra a la casa del vecino, ya metidos dentro de las multitudes, no solamente lanzan piedras, sino que insultan y hasta matan en nombre de muchos lemas y de muchas cosas que le parecen justas!
Y muchos, que solos son incapaces de cometer ningún delito, ya ahí, en relación con las multitudes, en una manifestación pública...