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El Quinto Evangelio.- Los Encantos del Paraiso Terrenal

LOS ENCANTOS DEL PARAÍSO TERRENAL

Amigos, vengo a hablarles del Jardín de las Hespérides, de los Campos Elíseos maravillosos, donde los ríos de agua pura de vida, manan leche y miel; vengo a hablarles a ustedes del bíblico Moisés. Allá, en el Monte Nebo, cuenta la tradición, que habló a las multitudes judaicas que entonces le escuchaban... Su rostro brilló tremendamente ante todo el pueblo hebraico; se desapareció en presencia de todos, nunca se halló su cadáver. Obviamente, Moisés había logrado entrar en la “Tierra Prometida”, y lo hizo con cuerpo físico.

¿Qué es lo que quiere la Gnosis? Enseñarles a ustedes el camino que ha de llevarles al Paraíso Terrenal; tenemos métodos, tenemos la clave para que ustedes, en vida, puedan visitar el Paraíso Terrenal cada vez que quieran. A eso he venido esta noche, a hablarles francamente; si es la verdad lo que quieren, se la entregamos; pero ante todo, tenemos que ser sinceros con nosotros mismos; trabajar de verdad.

Pasemos ahora a aquella isla, entre las costas de España, que tanto llamara la atención al clero católico en la época del Siglo XVIII. Me refiero, en forma enfática, a la “Nontrabada” o “Encubierta”; isla que está situada a cuarenta leguas de la isla de “Palma”, hacia la región Noroeste. Era visible esa isla en su tiempo; gigantes enormes caminaban por todas partes; en esa región, los Dioses allí tronaban y relampagueaban, y las multitudes que allí moraban, se decía, eran terrible-mente divinas. Sí, allí moraba la humanidad divina, allí existía bajo el Sol; allí contemplaba las estrellas y hacía cálculos extraordinarios, como los de los astrólogos aquéllos de la antigua Atlántida; desde allí lanzaban sus profecías, (bien sabían los habitantes de la “Nontrabada” o “Encubierta” que se acercaba la época del más crudo materialismo).

Un día un sacerdote católico, diciendo misa, quedó de pronto asombrado. Las personas concurrentes le venían a hablar de la “Nontrabada” o “Encubierta”. El sacerdote, de inmediato, dirigiéndose al clero, dijo: “¡Hay que exorcisar esa isla, la estamos viendo a través de la ventana, es una isla mágica demoniaca!”. Así que todos cayeron en tierra acompañando al sacerdote en sus exorcismos; la isla fue desapareciendo poco a poco entre el encanto extraordinario de la Cuarta Vertical.

Más tarde surgió el repugnante ateísmo materialista, surgieron los Huxley, surgieron los Darwin y muchos otros secuaces, enemigos del Eterno; fue entonces cuando la humanidad se llenó de incredulidad, de escepticismo, de materialismo; los sentidos de la especie viviente se agotaron. Desgraciadamente, la isla “Encubierta” o “Nontrabada” dejó de ser visible para todos. Desde entonces el escepticismo, la incredulidad, se hereda de padres a hijos; los sentidos internos están destruidos: ya no pueden ver los lagos encantados de los antiguos tiempos, ya no pueden contemplar los palacios de oro de que nos hablara “Las Mil y Una Noches”, ya no pueden ver los mares borrascosos que existen en el interior de nuestro mundo.

Han pasado los siglos, ya los niños no son educados con cuentos de hadas; se dice que “tenemos que ser prácticos”, y se les enseña desde pequeños a manejar pistolas, y se les regalan cañones, y se les encanta con juegos de bandidos y ladrones. Hoy, queridos amigos, la humanidad ha degenerado espantosamente; los sentidos físicos se arruinaron, y no solamente se arruinaron los sentidos físicos, sino que también los sentidos actuales prosiguen su camino de degeneración. Es raro encontrar a alguien que tenga los ojos perfectos o los oídos o su olfato, etc. La gente a involucionado terriblemente, marcha hacia una gran conflagración mundial. En verdad quiero decirles a ustedes, esta noche, que esta civilización perversa será destruida, que de toda esta perversa cultura no quedará piedra sobre piedra.

Continuaré explicándoles algo sobre los Jinas, sobre los mundos Milunanochescos, sobre las tierras extraordinarias de la Cuarta Vertical.

Sin ir tan lejos, aquí en México, en plena capital, tenemos nosotros el Templo de Chapultepec, un templo en Estado de Jinas, un templo donde se cultiva la sabiduría de nuestros antepasados de Anáhuac; un templo donde resplandece el “Calendario Azteca” en oro puro, sobre la Cruz bendita del Salvador del Mundo. Ese templo está en Estado de Jinas, invisible para las gentes, pero visible para los Iniciados (yo mismo soy miembro activo de ese templo, que existe y seguirá existiendo, y nunca nadie lo descubrirá). Hay también muchos otros templos Jinas, donde opera la bandera de la Gnosis; otros templos miríficos, divinales, donde resplandece el Sol del Cristo íntimo. Así, mis queridos amigos, a medida que vamos avanzando, nos damos cuenta de lo que es la Cuarta Vertical.

Por estos tiempos en que nos encontramos, surge el “Triángulo de las Bermudas”; más de cien buques han sido tragados por la Cuarta Vertical, en el “Triángulo de las Bermudas”. No hace mucho tiempo, una escuadrilla de cinco aviones fue devorada por el “Triángulo de las Bermudas”, se los tragó la Cuarta Vertical; se enviaron también auxilios, mas todo fue inútil. Recordemos al avión de rescate que salió en busca de esos cinco aviones; ¡tal avión fue tragado por la Cuarta Vertical!

¿Y qué diremos nosotros de los innumerables pasajeros que ya no existen sobre la faz de la Tierra, pero que continúan viviendo en la Cuarta Coordenada?

Nosotros investigamos el “Triángulo de las Bermudas”; allí hay un boquete abierto hacia la Cuarta Dimensión; día llegará en que la humanidad conocerá ese secreto, esa clave que existe en el “Triángulo de las Bermudas”. A medida que va pasando el tiempo, la ciencia misma tendrá que irse acercando hacia la Cuarta Dimensión, eso es obvio.

Los hombres de la antigüedad no ignoraban el “Paraíso Perdido” de John Milton; nunca olvidaron tampoco el “Jardín de las Hespérides” (aún se conserva en las tradiciones, la existencia de un Paraíso). Los hombres de la antigüedad sabían meter su cuerpo físico dentro de la Cuarta Dimensión, a voluntad. Me viene a la memoria la ciencia del “Kung-Fu”, que fue verdaderamente esotérica y mágica. Los Iniciados de la ciencia del “Kung-Fu”, en la antigua China, podían asumir de verdad, físicamente, la figura ya sea del tigre o de la serpiente, etc., a voluntad.

Para no ir tan lejos, mis amigos, recordemos nosotros aquellas leyendas que existen en nuestro país -México- de frontera a frontera, de costa a costa, de los consabidos “nahuas”.

Incuestionablemente, hay dos corrientes en el “nahuatlismo”; esto no lo podemos desconocer los investigadores de la ciencia esotérica-crística. La corriente negativa está formada, por Jinas Negros, por los tenebrosos de la “mano izquierda”; pero la corriente positiva está formada, en realidad de verdad, por los Jinas Blancos, que no causan daño a nadie, esas criaturas semejantes a los Tuatha de Danand, esas criaturas que sólo se preocupan por sanar a los enfermos, por estudiar la sabiduría divina y por bendecir a todos.

En los antiguos tiempos Milunanochescos, allá en el país de Ameca, donde existen algunas tribus semitas ocultas en el interior de la tierra, se conoció la clave que permite a los hombres meterse dentro de la dimensión desconocida... “¡Imposible!”, dirán algunos; “¿cómo es posible que el cuerpo humano pueda meterse dentro de la dimensión desconocida?”.

Amigos, en realidad de verdad, el cuerpo físico no es como creen algunos científicos ignorantes, algunos tontos científicos. El cuerpo físico es una forma mental cristalizada, como lo es el planeta Tierra, y por lo tanto, la voluntad puede actuar sobre el cuerpo físico y cambiarlo de figura

o meterlo dentro de la Cuarta Dimensión. Cuando aceptemos que el cuerpo físico es una forma mental, obviamente, habremos resuelto el problema de la Cuarta Dimensión. Toda la Tierra no es más que una forma mental que surgió del “Omeyocan” del “ombligo” mismo del Universo, en la Aurora de la Creación. Esta forma mental llamada “Tierra”, con todo lo que ha sido, es y será, fue cristalizando poco a poco, hasta tomar la figura actual (la cristalización se realizó de acuerdo con la Ley de las Octavas).

Así que, en realidad de verdad, un día llegará en que esta Tierra, o forma mental llamada “Tierra”, iniciará su movimiento hacia adentro y hacia arriba, hasta perderse o disolverse otra vez en el “Omeyocan”.

El cuerpo humano, por ende, es una forma mental cristalizada, y todo el secreto de los Jinas no es otra cosa que saber actuar sobre el cuerpo físico humano por medio de la voluntad. Si aceptamos que es una forma de la mente, una forma cristalizada de acuerdo con la Ley de las Octavas, estamos en el camino correcto para actuar sobre el cuerpo físico y meterlo dentro de la dimensión desconocida. ¿Es posible eso? Sí, es posible; solamente lo que se necesita es voluntad e imaginación unidas en vibrante armonía; por ese camino llegaremos al camino del triunfo.

Recordemos que, en nuestro interior existen los doce apóstoles de los que nos habla la Biblia cristiana; están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.Recordemos nosotros que también existe en nuestro interior el famoso FELIPE, aquel que bautizara al eunuco del Evangelio Crístico y que luego desapareciera llevado por el huracán de la tormenta. Ese Felipe tiene poderes sobre la forma física, que como ya dije, “es una forma mental cristalizada”. Si alguien tiene fe en Felipe, podría lograr meter su cuerpo físico dentro de la Cuarta Dimensión. No me estoy refiriendo a un Felipe histórico; no me refiero a aquél que en otros tiempos hiciera palidecer a los judíos en la Tierra Santa; no me estoy refiriendo a ese místico sereno que aparecía como por encanto mágico; me refiero al Felipe interior, puesto que dentro de nosotros mismos están los doce apóstoles, las doce partes fundamentales de nuestro propio Ser (una de esas partes se llama Felipe).

Si alguien se invoca a sí mismo, es decir, si invoca a su Felipe en instantes de estar dormitando, obtendrá prodigios formidables. Bastaría únicamente que se levantara de su lecho en el momento oportuno, en momentos en que se viese así “como gordo”, “como obeso”; en momentos en que se sintiera en un estado de voluptuosidad espiritual extraordinaria, y con fe en Felipe levantándose de su lecho, entraría de inmediato en el Jardín de las Hespérides, en el Jardín de las Delicias, en el Paraíso Terrenal.

Pero se necesita comprender que el cuerpo físico es una máquina, una forma mental con la cual podemos pasar de una dimensión a otra. Cuando uno acepta que el cuerpo es una forma mental, esa forma mental le obedece; pero mientras nos identifiquemos con tal forma, mientras se crea que es como aparentemente es, obviamente no se logrará jamás entrar en las Tierras Milunanochescas, donde viven majestuosos los Moisés, los Tuatha de Danand, y todos esos seres inefables de los antiguos tiempos.

Así que, esta noche, mis queridos amigos, he venido a hablarles de las Tierras de los Jinas, de los Paraísos Encantados, de los lugares santos donde todos nosotros podemos vivir. Se han desaparecido, en esta época, gentes, aviones, buques; ¡se los ha tragado precisamente la Cuarta Dimensión! Mas, sin embargo, la humanidad permanece torpe, no parece darse cuenta de que uno puede vivir en dimensiones superiores, dichoso, feliz o por lo menos visitar esas dimensiones para llenar nuestro corazón de alegría.

¡Vienen acontecimientos formidables, se procesarán en el tiempo hechos inusitados! ¡En estos momentos, precisamente, la Tierra se encuentra a punto de entrar en el cinturón majestuoso de “Alcione”!

Entiendan ustedes, mis amigos, que nosotros somos habitantes de “Las Pléyades”; entiendan que este Sol que nos ilumina y da vida es uno de los siete Soles de “Las Pléyades”, y que estos siete Soles giran alrededor de “Alcione”. “Alcione” tiene anillos como los tiene Saturno; pero sus anillos son radioactivos y no meramente fisicoquímico como los de aquel planeta que he citado. Cada 10.000 años la Tierra tiene que atravesar por los anillos de “Alcione”, y está a punto de entrar. Desde el año 1.962, entre las dos y tres de la tarde, nos hemos venido acercando a los anillos de “Alcione”; son unos anillos radioactivos que traen verdaderas sorpresas por los hombres extraordinarios de las ciencias Jinas.

Cuando la Tierra entre en los anillos de “Alcione” se verán cosas increíbles: toda la materia se tornará fosforescente, las moléculas alterarán sus movimientos; por ende, las fórmulas matemáticas, ya sea en el terreno de la biología o en el terreno de la química o de la física, serán alteradas; la medicina tendrá que cambiar sus remedios porque ya no servirán; nuevas especies de animales surgirán, y eso es inevitable. La materia será potentemente radioactiva, muchas gentes no resistirán la radiación de los anillos de “Alcione” y morirán.

Estamos por entrar, repito, en tales anillos. Si el Sol entrara primero, habría una oscuridad que duraría, en realidad de verdad, 110 horas. Si fuese la Tierra la que entrara primero en los anillos de “Alcione”, sucedería entonces que la Tierra parecería estar ardiendo, mas sólo serán fuegos de colores. De un momento a otro, entrará la Tierra en los anillos aquellos de “Alcione”.

Vamos viajando, con esta Tierra, a través del inalterable infinito, y, obviamente, ocurrirán hechos insólitos que asombrarán aún a los científicos. Hace poco, relativamente poco, unos astronautas que estaban en órbita, vieron una radiación extraordinaria y la comunicaron a su base (era la radiación de “Alcione”). Vendrá un día muy largo, un día que durará, en realidad de verdad, 2.000 años. Esto significa que la noche desaparecerá y que la radiación luminosa de “Alcione” penetrará en todas las cavernas tenebrosas de la Tierra; envolverá al Planeta por todas partes, resplandecerá milagrosamente y sus efusiones y emanaciones harán también causar asombro a otras gentes de los mundos habitados del inalterable infinito. Así entrará el resplandor mirífico de los luceros; vendrá bajo las melodías del Macrocosmos... Surgirá un mundo extraño dentro de muy poco tiempo; ¡ese mundo se llama “Tierra”!

Es bueno entender que se acercan momentos extraordinarios; antes de la gran catástrofe que se avecina, la Tierra tendrá que meterse en los anillos esos de “Alcione.

Nuestro mundo, en realidad de verdad, no tendría base alguna si no existiera una Cuarta Dimensión, una Cuarta Vertical. Es en esa Cuarta Vertical donde viven, todavía, muchos Elohim que trabajan por la humanidad, que socorren a los seres humanos.

¡Amigos, este Sol que nos ilumina y nos da vida, este Sol que resplandece en el espacio, bañándonos con sus infinitos esplendores, no es todo! Tras este Sol, está el Sol Espiritual, el Sol de “Las Pléyades”. Nuestra Tierra gira alrededor del séptimo Sol de “Las Pléyades”; esto significa que nosotros en verdad, mis queridos amigos, somos habitantes de “Las Pléyades”. En todo el inconmensurable infinito existen “Pléyades” que los astrónomos ven con sus telescopios, y nosotros los terrícolas, vivimos en un pequeño mundo insignificante llamado “Tierra”, que gira alrededor del séptimo Sol de “Las Pléyades”. Y un Sol ubicado en la Cuarta Vertical, el Sol Espiritual de “Las Pléyades”, es el que nos gobierna. Así, desde la Cuarta Vertical, es dirigido nuestro mundo, y no solamente este, sino todas “Las Pléyades”.

También existe otro Sol que debemos nosotros entender y comprender; me refiero al Sol Central. Este, en realidad de verdad, está lleno de esplendores inefables; ese Sol Central que dirige todas las actividades de esta Galaxia espiraloide, precisamente se desenvuelve entre el Cosmos extraordinario. Obviamente, toda la Galaxia gira alrededor del Sol Central Sirio; no lo negamos, así es. No negamos tampoco que los regentes de esta constelación vivan precisamente en aquel mundo. Toda la Vía Láctea, en última síntesis, está gobernada en realidad de verdad por el Sol Central, un Sol Espiritual, un Sol que no es físico. Vean ustedes cómo hay mundos, cómo hay soles que no son de esta región tridimensional de Euclides.

¿Qué diremos nosotros del Sol Central Espiritual? Bien sabemos que todas las Galaxias, vistas a través de los telescopios, en realidad de verdad, están gobernadas por el Sol Central Espiritual. Existe un infinito, no lo negamos; este infinito espléndido y maravilloso en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser, tiene un límite. Recordemos en estos momentos a Einstein, cuando dijo que “el espacio es curvo”, cuando dijo que “el infinito tiende a un límite”. Ciertamente, este infinito tiene alrededor de cien mil Galaxias y cada Galaxia una suma de cien mil soles. Pero todo este infinito en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser, tiene un límite; más allá del límite hay un espacio vacío, y más allá de ese espacio vacío se abre otro infinito, y más allá de ese otro infinito hay otro espacio vacío; y luego otro infinito, y así por siempre jamás.

Mis amigos, entiendan ustedes que todo este infinito ilimitado en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser, está gobernado por el Sol Central Espiritual, por el Sol Sagrado Absoluto, que no es físico; que en tal Sol moran las inteligencias divinales que gobiernan el espacio cósmico. Así que, en realidad de verdad, quien aprende a meterse con su cuerpo físico en el Jardín de las Hespérides, podrá comprobar por sí mismo y en forma directa, la existencia de esos soles majestuosos que alumbran extraordinariamente al espacio que nunca tiene límites.

Quien aprenda a viajar con su cuerpo físico en estado de Jinas, podrá ponerse en contacto con los Dioses inefables de la Aurora del Maha-Manvantara; quien aprenda a viajar con su cuerpo físico podrá platicar cara a cara con los Elohim, con los Prajapatis, con los Rishis de los vedas antiguos; quien aprenda a viajar con su cuerpo físico, podrá ponerse en contacto con nuestro señor “Quetzalcóatl”, y vivenciar por sí mismo que Quetzalcóatl es un “Logos” platónico, es el “Demiurgo” griego, es el Verbo, es la palabra... Juan precisamente, en su Evangelio, dice “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios; por él todas las cosas fueron hechas y sin él nada de lo que es hecho, hubiera sido hecho”.

Ha llegado la hora de que ustedes luchen por escaparse de este mundo tridimensional de Euclides, donde solamente reina la amargura. Ha llegado el momento en que ustedes aprendan a visitar los Campos Elíseos para que arrojados a los pies de los Maestros puedan escuchar la palabra perdida en el primer instante. Ha llegado el momento mismo en que ustedes conozcan nuevamente los misterios del antiguo México y la sabiduría de los misterios de Eleusis y la corriente divinal heroica que brotara de los antiguos misterios de los Rishis de la India.

Amigos, ¡el Sol del Espíritu resplandece abrasador por todas partes; recuerden que el cuerpo físico no es más que una forma mental, aprendan a manejar esa forma mental, cámbienla de lugar a voluntad, deslícense como se deslizaban los Tuatha de Danand, en la antigua Eleusis, sobre los mares majestuosos de la Cuarta Dimensión!

Amigos, ¡ha llegado el momento en que ustedes conozcan al Genio de la Tierra, a ese Melquisedec extraordinario que gobierna nuestro mundo! Un día, si ustedes aprenden a manejar la ciencia de los Jinas, podrán entrar en el interior de la Tierra; entonces vivenciarán por sí mismos y en forma directa, que esta Tierra es hueca; podrán conocer también allí a muchos sobrevivientes de la Lemuria y de la Atlántida, a venerables ancianos que cultivaron los misterios divinos en sus templos; a venerables sacerdotisas que como las Cleopatras del Nilo, impartían sus enseñanzas a los pueblos que las amaban. Cuando ustedes puedan penetrar en el lugar donde Melquisedec mora, entonces podrán conocer la sabiduría de los antiguos; vivenciarán por sí mismos y en forma directa que en otros tiempos resplandeció la sabiduría hermética sobre la faz de la Tierra; cuando ustedes puedan con su cuerpo físico visitar el interior de nuestro mundo, se encontrarán cara a cara con Melquisedec, Rey de Salem, del cual Jesús de Nazareth da testimonio; el Rey de nuestro mundo.

Hace algún tiempo aconteció algo extraordinario: se trataba de un desfile militar, nada me-nos que ante el Rey Jorge VI. Ese Rey Jorge, tan extraordinario en sus conocimientos, no dejó de pasar por una sorpresa. En verdad el desfile fue espléndido ante el Rey y ante su comitiva, ante la familia real. ¡Qué orgulloso se sentía de la vida del Imperio! Pero, algo extraordinario acaece... ¿Un Elefante Blanco ante el ejercito ingles?. ¿Quién montaba aquel elefante?, ¿quién? ¡Un extraño personaje Oriental! Las tropas rindieron culto al Rey Jorge, y aquel extraño jinete, montado en el elefante, encabezaba los batallones.

Los soldados no se asombraron en modo alguno, les pareció muy natural, pues ellos sabían muy bien de la vida de la India ya que en otros tiempos aquella preciosa joya del índico era tan solo uno de los territorios de la Monarquía Inglesa. Ver a un hindú montado sobre un elefante, ante los ejércitos, parecía perfectamente normal. Pero algo causa extrañeza: el jinete no rinde honras al Rey Jorge. ¿Qué es lo que ha pasado?, pregunta el Rey; ¿Quién es ese personaje? Se le contesta: “¡El Genio de la Tierra, señor!”. Milagrosamente, aquel monarca no cayó “privado” en el suelo. El elefante desapareció como por encanto. Así que, sepan ustedes que esta Tierra tiene una Cuarta Vertical y un Rey; ese Rey se llama Melquisedec, y Jesús de Nazareth mismo da testimonio sobre el monarca Melquisedec. El día que ustedes aprendan a manejar los Estados Jinas, es decir, que sepan meterse en la Cuarta Dimensión, podrán visitar el Reino de Melquisedec.

A eso he venido esta noche, a decirles cómo, y repito la clave: acuéstense con la cabeza hacia el Norte, y luego concéntrense en Felipe, pídanle que los meta dentro de la Cuarta Dimensión; adormézcanse un poquito y cuando sientan su cuerpo como lleno de una voluptuosidad espiritual extraordinaria, cuando se vean como regordetes, como si se estuvieran inflando, levántense de la cama, y suplicando, rueguen a Felipe que los lleve, pues, a la Tierra Sagrada de los Antiguos, al Paraíso Perdido de Milton, al Jardín de las Hespérides, donde los ríos de agua pura de vida manan, leche y miel; a la región aquélla extraordinaria donde viven los Príncipes del Fuego, de los Aires, de las Aguas y de la Tierra... ¡A eso he venido esta noche, a invitarlos a todos ustedes a entrar en el Paraíso Perdido de Milton a voluntad!